Juego limpio
Miraba por televisión junto a Matías uno de los innumerables partidos del Mundial de Alemania.
En esos días el entusiasmo por la redonda era moneda corriente en casa.
Tan vigente como la insistencia de la madre en que cuide la ropa porque siempre se revuelca por ahí y hay que lavarla muy seguido.
Matías: Uhhh... mirá. Pateó el pasto y saltó un montón de barro! Se les va a ensuciar toda la ropa.
Papá: No importa. Después se las lavan.
Matías (con seguridad): Las esposas de ellos.
Papá: No Mati, ellas no las lavan.
Matías: Cómo que no? Sí, se las llevan y las lavan.
Papá: No.
Matías (sorprendido): Cómo hacen entonces? Quién las lava?
Papá: No sé, hijo. Se las llevará alguien del equipo y las mandan a lavar a algún lugar.
Se quedó pensativo.
En esos días el entusiasmo por la redonda era moneda corriente en casa.
Tan vigente como la insistencia de la madre en que cuide la ropa porque siempre se revuelca por ahí y hay que lavarla muy seguido.
Matías: Uhhh... mirá. Pateó el pasto y saltó un montón de barro! Se les va a ensuciar toda la ropa.
Papá: No importa. Después se las lavan.
Matías (con seguridad): Las esposas de ellos.
Papá: No Mati, ellas no las lavan.
Matías: Cómo que no? Sí, se las llevan y las lavan.
Papá: No.
Matías (sorprendido): Cómo hacen entonces? Quién las lava?
Papá: No sé, hijo. Se las llevará alguien del equipo y las mandan a lavar a algún lugar.
Se quedó pensativo.
1 Comments:
juegas limpio tú, no criando a un machista. aplauso.
(y nada de que no llegue a ser cierto, oiste? :D)
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